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76 PRESENCIA ANTIGUA (1598-1835) Su estancia en Zaragoza fue muy provechosa para todoE. La Univer– sidad le invitó a hablar en su recinto, nombrándole doctor "Honoris Causa". Predicó Ejercicios Espirituales a sacerdotes y religiosos, que más tarde se publicaron en Madrid, el año 1817, con el título "Pláticas morales" que predicó en la ciudad de Zaragoza en los Ejercicios Espiri– tuales que dio al clero secular y regular. También el beato Diego José de Cádiz se llevó un grato recuerdo de Zaragoza, según lo expresaba en su carta el 16 de diciembre de 1786, de la cual extraemos los siguientes párrafos: « •.. los señores canónigos, agradecidos a lo mucho que había recomendado la devoción a la Virgen del Pilar, me han dado un manto de la Señora, medallas y estampas ... ». Y en otra carta escribía con emoción: « ... la noche del 24 al 25 de diciembre estuve toda la noche orando en la Capilla del Pilar, con autorización para besar la mano a la Santísima Virgen. Por la mañana, a las cinco, celebré misa en la Santa Capilla con singula:- fervor . .. » . Aragón experimentó el influjo benéfico de su presencia y de su predi- cación. Fue famosa la Misión que predicó en Albalate del Arzobispo, en la plaza, desde un balcón, teniendo como escenario las eras del pueblo, a las que acudieron millares de personas llegadas de toda la comarca. También predicó en Alcañiz y Caspe, convirtiendo y renovando la fe de la gente con sus enseñanzas, acompañadas a veces de curaciones y portentos milagrosos. Un literato de su época, Don José Joaquín de Mora, ensalzaba la elocuencia del beato Diego José de Cádiz con estos versos "Yo ví aquel fervoroso capuchino, timbre de Cádiz, que, con voz sonora, al blasfemo, al ladrón, al asesino, fulminaba sentencia aterradora. Ví en sus miradas resplandor divino, con que angustiaba al alma pecadora, y diez mil compungidos penitentes estallaron en lágrimas ardientes . .. ". Fray Diego era todo un hombre del pueblo, digno de haber nacido en el siglo XIII y de haber andado entre los primeros hermanos de San Francisco. Murió en Ronda, el 2 de marzo de 1801, a los 58 años de edad. Fue beati– ficado por el Papa León XIII, el 22 de abril de 1894. Es el primer santo capuchino español que ha subido a los altares.

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