BCCCAP00000000000000000001343

74 PRESENCIA ANTIGUA (1598-1835) 6. PRESENCIA EN ZARAGOZA DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ. Uno de los más célebres y populares predicadores del siglo XVIII fue el santo capuchino Fray Diego José de Cádiz. Decía Menér:.dez y Pelayo: "Orador más popular en todos los sentidos nunca lo hubo". Kació el 30 de marzo de 1743 en la bella ciudad andaluza de Cádiz. En la flor de la vida ingresó en la Orden capuchina con la ilusión de ser "Capt:..ehino, misio– nero y santo". Un ideal que lo fue realizando día a día hasta conseguirlo en plenitud. A los 23 años de edad se ordenó de sacerdote y al se:- elegido para dedicarse a la predicación, se retiró al convento de la villa ::le Ubrique, a fin de prepararse en la Escuela de Predicadores que tenía allí la Provincia Capuchina de Andalucía. Con su elocuente y vibrante predicación fue recorriendo toda España, hasta llegar a Zaragoza. Era el año 1786. El convento de Ntra. Sra. de Cogullada tuvo el honor de recibirlo y hospedarlo durante un mes que permaneció en esta ciudad predicando una conmovedora Misión en la Basílica del Pilar. Las multitudes acudían en masa a escuchar su palabra. Su predicación iba precedida de penitencias, ayuno y lc.rgas horas de oración. Así se comprende el fruto que producían sus discursos, e igual– mente, no es de extrañar el que se encontrase a veces extenuado por tanto trabajo y vida penitente, hasta caer desmayado en uno de sus sermones en la Basílica del Pilar. El P. Bruno de Zaragoza, Superior Provincial de los Capuchinos de Aragón, le escribió una preciosa carta a otro religioso de Andalucía y le contaba con emoción algunos detalles de la estancia del beato Diego José de Cádiz en Zaragoza. Decía: « •• • En esta ciudad se le esperaba con impaciencia. Llegó y fue recibido como si fuese un ángel de paz o un nuevo San Vicente Ferrer. ¿Qué es lo que he obser– vado en este buen hijo de nuestro Padre San Francisco de Asís? Lo sabré admirar pero no explicar. Le he debido mil confianzas; he buscado su consulta y consejo en los graves negocios ocurridos aquí, y siempre le he hallado grar:de en todo, pero mucho mayor en su humildad... Le acompañé a visitar algunos templos de esta ciudad, y en todos ellos imponía respeto, y sin hablar, repetía con su postura edificarte: "En tu santa casa se está bien". Pero cuando adoraba el simulacro de Nuestra Amabilísima Madre y Patrona del Pilar en su Apostólica Capilla... , en su rostro se encendía 1.a divina luz, y por sus ojos y labios brotaban lágrimas y afectos tiemísimos » _(1 2 ) (1 2 ) Carta publicada en el periódico «EL NOTICIERO» de Zaragoza por D. Le;indro Aína, el 30 de noviembre de 1943.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz