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FUNDACION DEL CONVENTO CAPUCHINO DE NTRA. SRA. DE COGULLADA 73 mortificar los sentidos exteriores y las potencias interiores, luchar contra las tentaciones, practicar las devociones y sacramentos. El convento de capuchinos de Cogullada, situado lejos del ruido mundano, y en clima de campo y soledad, fue una de las actividades más importantes que realizó a lo largo de todos los años de su exis– tencia. De allí salieron muchos capuchinos eminentes en santidad y llenos de celo apostólico. La presencia de la comunidad capuchina en el Santuario de la Virgen de Cogullada sirvió también para fomentar el culto y devoción a la Virgen. Los miembros de la Cofradía se sintieron orgullosos e incluso les apoyaron, llegando a firmar el 28 de enero de 1693 la "Concordia otorgada entre el Definitorio General de la Orden de capu– chinos de la Provincia de Aragón y la ilustre Cofradía de Ntra. Sra. de Cogullada". Por esta nueva capitulación, que se otorgaba sin perjuicio de las anteriores, ambas partes se obligaban a nuevos acuerdos, entre los cuales destacamos el siguiente: «Como la Cofradía no tenía capellanes propios, se establece que la Virgen permanezca en la iglesia del convento para que pueda recibir mayor culto de los frailes, sin que la Orden tenga ningún tipo de posesión sobre ella, ni sobre ninguno de sus ornamentos, jocalías, lámparas, mantos, etc.».0 1 ) Toda la Orden capuchina sentía una especial predilección por la Virgen María, especialmente por la Inmaculada Concepción, sobre todo en los siglos XVII y XVIII. Los sábados celebraban la misa votiva de la Inmaculada en forma solemne, y también cada sábado se hizo general el terminar el día con el canto de la "Salve" y el de los "Gozos" ante la Purísima. Los predicadores capuchinos iniciaban sus sermones con el saludo: "Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar y la Purísima Virgen María, concebida sin pecado original". Por eso, no es de extrañar que el Santuario de la Virgen de Cogu– llada se viera cada día más lleno de fieles devotos que llegaban de la ciudad a unirse al culto y alabanzas a la Madre de Dios, a confesar humildemente sus pecados y a participar en las celebraciones litúr– gicas, que· organizaban los capuchinos. Omitimos más detalles de la vida fraterna, predicación y actividades apostólicas de este convento de Ntra. Sra. de Cogullada por ser muy similares a las que hemos narrado en capítulos anteriores, al hablar de los capuchinos del convento de San Juan Bautista de Zaragoza. Oll M.ª ISABEL OLIVAN ]ARQUE, «Cogullada», o.e., pág. 12.

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