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68 PRESENCIA ANTIGUA (1598-1835) aquella época, en el lado lateral izquierdo de la iglesia, hay tres capillas que se comunican entre sí por un corredor estrecho abiero en el muro y están dedicadas a San Francisco de Asís, San Antonio de Padua y Santa Clara. En el lado derecho no hay capillas, sino toda una nave que obedece a la disposición primitiva de conservar una capilla para la Cofradía. Por esta nave se accede a la cripta donde tenfa lugar el ente– rramiento de los cofrades. En la iglesia se conserva un coro sencillo donde los capuchinos rezaban día y noche la Liturgia de las Horas y contemplaban los miste– rios del Señor. Los cofrades en su afán de enriquecer cuanto se relacio– nara con la Virgen, una vez construida esta nueva iglesi:1, pensaron en suplir el retablo del altar mayor por otro más acorde con el actual templo de estilo barroco. Todavía desconocemos la dimensión y el contenido del retablo donado por el licenciado don Tomás Zaumada, presbítero., racionero que fue de La Seo, y a cuya posterior mejora y embellecimiento contribuyó el también racionero y cofrade Don Agapito Andreu. Podeoos afirmar que fue barroco y en madera, ya que fue dorado y estofado por el pintor y dorador Pedro de Altarriba, en torno a 1669. Ya en el siglo XVIII se enriqueció el presbiterio de la iglesia con dos cuadros pintados por Miguel Jerónimo Lonevi en el año 1744, cuyos marcos hizo el maestro carpintero José Valero, er_cargándose el dorado de los mismos a Juan Casado. La Cofradía de la Cogullada pagó por los lienzos 48 libras jaquesas, según consta en el recibo y libro de la Cofradía. < 8 ) Aunque la aparición milagrosa de N tra. Sra. de Cogullada se remonta al siglo VH, sin embargo la imagen que preside esta iglesia indudablemente no es de ese siglo. Al no tener una fuente documental sobre su origen, nos limitamos a hacer una descripción de la misma. Se trata de una pequeña imagen en madera de ro::ile. La Virgen sostiene en su brazo derecho a su Hijo, al que dedica una mirada de ternura. Su rostro es ovalado y a modo de corona lleva como una ancha cinta o diadema, de la cual se desprende una ondulante y hermosa cabellera que cae sobre sus hombros, que nos hace recordar la iconografía mariana del arte flamenco. Va vestida con una túnica y cubierta con una capa que llegan hasta sus pies. El Niño que tiene en sus brazos está desnudo y sostiene sobre su mano derecia el pajarillo o "Cogullada" y en el izquierdo, la bola del mundo. La policromía está algo dañada en las aristas y partes más salientes de la imagen. El oro, ( 8 ) GONZALEZ HERNANDEZ, o.e., pág. 136.
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