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66 PRESENCIA ANTIGUA (1598-1835) de las dos iglesias, la casa para la Cofradía y el convento capuchino de Ntra. Sra. de Cogullada. Este maestro de obras había sido contratado por el Concejo de la ciudad en 1659 para reparar el maltrecho puente de P~edra y estaba trabajando desde fines de 1661 en el convento e iglesia de los Predica– dores de San Ildefonso. Al P. Basilio de Estadilla, Superior del convento de Cogullada, se le dieron amplios poderes y el encargo de vigilar las obras y orientar al maestro Felipe Busiñaque, a fin de que se cumplierar. los acuerdos pactados con la Cofradía. El maestro de obras Felipe Busiñaque sería ayudado por su hermano Carlos y por el carpintero del convento, y se comprometía a acabar la iglesia de la Virgen, las sacristías, el coro v la casa de la Cofradía para el día 1 de mayo de 1663, a fin de que l& imagen fuese trasladada a su capilla, y poder celebrar su fiesta el día 13 de mayo con la solemnidad habitual. También se le proporcionaron al constructor todos los materiales para realizar la obra: Yeso, cal, arena, piedras, ladrillos, tejas y la madera necesaria. Con el paso de los días Felipe de Busiñaque fue haciendo surgir el nuevo edificio hasta lograr un notable conjunto arquitectónico de indu– dable interés, cuyo fin pregonaría sin cansancio la campana de la torre– cilla, situada tres palmos sobre los tejados, y con cruz de hierro y veleta, coronando la altura de esta construcción, exteriormente embellecida con el homato de ladrillo. Hasta doce palmos subieron las paredes de la iglesia del convento. Felipe Busiñaque recibió por su construcción 800 libras jaquesas. Como la obra permanece en pie después de tantos siglos, aunque ha sufrido algunas transformaciones, nos vamos a detener en describirla con más detalle. La iglesia es una construcción de dimensiones más bien reducidas que responde a lo previsto en el contrato de 1663. Es una obra de planta y trazas típicas del periodo barroco, dentro del modo de hacer aragonés. Las puertas que dan acceso a la iglesia y al claustro están cobijadas por un gracioso porche con dos pisos de arquerías. El alfiz que enmarca los medios puntos de las puertas le dan un sabor mudejari– zante, que se patentiza en la esbelta torre, construida a comienzos de este siglo en estilo neomudéjar. Una vez dentro del recinto nos encontramos con una iglesia de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón con lunetas, dividida en seis tramos separados por arcos fajones. Respondiendo a la arquitectura propia del siglo XVII y a las normas de las Constituciones capuchinas de
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