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EL OCASO DE UNA ETAPA GLORIOSA 109 pasó a Italia, y luego, en el año 1842, se desplazó con otros capuchinos españoles a América. Tenía 33 años y el corazón le ardía con un fuego inmenso de anunciar el evangelio. Trabajó en fuertes campañas de evangelización por las naciones de Venezuela, Cuba y Guatemala, con gran fruto espiritual y admiración de las muchedumbres que acudían a escuchar sus sermones. Hacia el año 1872 regresó de América y volvió al convento capu– chino de Bayona. Ante los cambios políticos que se efectuaban en España, y los buenos resultados de que se empezaban a restaurar los conventos, según hemos mencionado, él se entregó con ilusión a esta tarea, recorriendo toda España. Tenemos el testimonio de dos cartas escritas por el P. Esteban de Adoáin que certifican su presencia en Zaragoza, haciendo gestiones para recuperar la presencia de los capuchinos en esta ciudad. En la primera carta escribe a su hermano el itinerario de su viaje, en la que afirma que el 7 de noviembre de 1879 estaba en Zaragoza, y de allí marchaba a Pamplona. La otra carta está dirigida al P. José de Llerena, Comisario Apostólico de los capuchinos, en la que le informa textualmente: « El día 7 de noviembre (1879) llegué a Zaragoza. Me alojé en casa del P. Bartolomé de Tamarite; hablé !argamente con él sobre la fundación; pero allí no hay esperanza ninguna. También hablé con Sr. Cardenal; mas todo !o encontré muy frío». 0 3) Por aquellos años ejercía el oficio de Arzobispo de Zaragoza Fray Manuel García Gil, que ejerció su cargo desde 1858 hasta 1881. Desconocemos las razones que tuvo para negarse a las súplicas de resta– blecer la presencia de los capuchinos en Zaragoza. Por lo cual, la ausencia de los capuchinos en esta ciudad se prolongó hasta el año 1929. En definitiva, 92 años largos de ausencia en una población donde siempre habían sido tan queridos y admirados los capuchinos. 0 3 l ARCHIVO DEL P. ESTEBAN DE ADOAIN. "Vicepostulación», Pamplona.
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