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106 PRESENCIA ANTIGUA (1598-1835) 4. SITUACIÓN DE LOS RELIGIOSOS. Entre tanto, ¿cuál fue la suerte de todos los religioso¡; exclaustrados con motivo de la Ley de Desamortización? El decreto del 11 de octubre de 1835, en su art. 9º se decía: « Por el Ministerio de Hacienda se dispondrán los medios conducentes para asegurar de una manera estable la decorosa manutención de bs monjes y reli, giosos y entretanto, se les auxiliará con cinco reales diarios dt: los fondos de la Amortización». Esto quiere decir que en modo alguno quedaban abmdonados los religiosos exclaustrados, sino que por el contrario, a tra~'és de disposi– ciones precisas, se fueron fijando las pensiones que habrían de recibir y los sistemas a nuevas funciones. Así el decreto de 29 de julio de 1837 establecía que todos los reli, giosos exclaustrados tendrían preferencia para hacerse orgo de parro– quias y capellanías, recibiendo mientras tanto una pensión que quedaba fijada en cuatro reales para aquellos que no hubieran cumplido los 40 años de edad; de cinco reales para los que tuvieran una edad comprendida entre los 40 y los 60 años, siendo de seis :::-eales para los que hubieran cumplido los 60 años. Lo que sí impedían las leyes era el aumento de religioscs, cerrando los noviciados, impidiendo la vuelta a la vida en común e :ncluso, prohi– biendo el uso del hábito religioso. Esto dio lugar a amargas situaciones por parte de religiosos ancianos que se veían expulsados de sus casas e imposibilitados pcr su edad para rehacer una nueva vida. Por ello, el Gobierno con fecha de 7 de marzo de 1836, establecía las llamadas Juntas de Regulares, y dictaba una serie de disposiciones destinadas a « •• • enjugar las lágrimas de un número de religiosos anciams achacosos, sin familia o en otras situaciones de congoja, que no tengan recur5os para entablar un método de vida absolutamente nuevo y a quienes un camoio rápido en sus inveteradas costumbres pudiera apresurar el curso de sus días» Para ellos se instituyeron unas casas llamadas de "Venerables", donde podían recogerse. Respecto a los capuchinos aragoneses, al igual que la :nayoría de sus hermanos de España, muchos siguieron fieles a su vocacién y se pasaron a otras Provincias Capuchinas de Francia, Italia y Bélgica. Otros optaron por marcharse a predicar el evangelio en tierras de Misión, lejos de la patria. Y la mayoría consiguieron incardinarse a su Dióce;c;is, donde eran acogidos por los Obispos.
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