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120 COVENTO DE TERUEL Un manuscrito del siglo XVIII lo describe así: «Dando vuelta al mediodía, junto a la muralla, fuera de ella, está el religioso Convento de Capuchinos, pequeño en su fábrica, grande en la virtud, en el que se admira el aseo, el primor y la caridad. Tiene a la vista y no a larga distancia, situado del propio modo, el suntuoso Con– vento de Carmelitas Descalzos».° 1 Desde el año 1752 existía la calle llamada del "Portal de Capuchinos" que con– fronta con la misma iglesia y capítulo y sube a la Plaza Mayor.12 1 Hoy este lugar que ocupaba el convento es conocido por el Paseo del Ovalo. Antes estaba cerca de las murallas. El escritor Antonio Ponz en su obra Viaje de España dice de Teruel: «En las demás iglesias parroquiales y de conventos no vi cosa notable en materia de bellas artes, si no se exceptúa el retablo principal del convento de capuchinos, que es de arquitectura arreglada»Y 1 2. Presencia franciscana en Teruel Cando los capuchinos llegaron a la pequeña ciudad de Teruel se encontraron con un gran ambiente franciscano. Allí estaba desde el siglo XIII el Convento de san Francisco de Asís de los Hermanos Menores. En su origen estuvo unido a los mártires italianos Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato, discípulos de san Fran– cisco, quienes fundaron el convento hacia el año 1220, cuando todavía vivía en Italia el Santo de Asís. El Arzobispo de Zaragoza, don García Fernández de Heredia, que era oriundo de Teruel, mandó construir el templo actual (1391-1402) a los maestros Conrat Rey y Gonzalvo de Vilvo, invirtiendo en ello más de 100.000 escudos. La iglesia es una fábrica de sillería, con una amplia nave, sin crucero y con capillas hornacinas, cubierta con bóvedas de crucería. En las dependencias del convento se guardan lienzos del siglo XVII de temática franciscana, y uno sobre San Buenaventura, obra del pintor Juan Alcaine (1719).' 41 Por otra parte, las Hermanas de la Orden de Santa Clara de Asís tam– bién se instalaron en la ciudad de Teruel el año 1367. A pesar de las guerras y destrucciones, las Clarisas siguen presente en esta ciudad, encerradas en la clausura de su monasterio, dedicadas a la vida contemplativa, y dando un buen ejemplo de pobreza, humildad y vida fraterna como quería Santa Clara. 1. José Martínez Ortiz, Manuscrito del siglo XVIII, Revista ''Teruel" nº 17-18, Pág. 32-33. 2. Carlos de la Vega Luque, Las calles de Teruel", Teruel, 1981, Pág. 60. 3. Antonio Ponz, Viaje de España, 1780, Tomo XIII, Carta IV, Pág. 1189. 4. Gran Enciclopedia Aragonesa 2000, Zaragoza, 2000, Pág. 3919.
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