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106 CONVENTO DE ARANDA DE MONCAYO También nos dice que a la hora de la extinción del convento había «diez coris– tas o estudiantes profesos»_l 51 4. Atención a los pobres y enfermos Uno de los apostolados característicos de los capuchinos fue su atención a los pobres y mendigos. «Desde la erección del convento los religiosos cocían olla para los pobres, la que distribuían cotidianamente a medio día, a los habitantes y extraños a esta población que concurrían a tomarla»,1 61 Igualmente demostraron su caridad atendiendo a los apestados por la epide– mia del Cólera del año 1834. 5. Predicación popular y confesionario La predicación popular era otra de las actividades principales de los religio– sos. En esto se mantenían fieles a la tradición de la Orden. El ejemplo de su vida pobre y austera, y su cercanía al pueblo, provocaba muchas conversiones. «Los Padres, escribe Ramón Lastiesas, salían a predicar por un regular a los pueblos de estos alrededores tanto de Aragón como de Castilla, cuantos sermo– nes panegíricos se celebraban en ellos; siempre a pie y descalzos, con solas unas suelas de alpargata para las plantas. Los sermones morales, llamados en Castilla de Vereda, los predicaban siempre en ella los religiosos de este convento. Llegada la Cuaresma, cuantos sacerdotes había, se encargaban de predicarla en distintos pueblos, la que desempeñaban satisfactoriamente, ora en el púlpito, ora en el confesionario ... no quedando en este tiempo en el convento por un común, más que el P. Guardián, y por razón de haber curso de estudiantes, el Padre Lector. Así es que, o bien era este el que predicaba en esta villa, o aquel; y aunque de tres sermones por semana, a saber, los domingos a la celebración de la misa Mayor y los miércoles y viernes a seguida del rosario y las novenas, siem– pre la desempeñaron por una pequeña caridad, y con mucho fruto de las almas». «Había siempre en el convento buenos oradores...» La administración del sacramento de la penitenda fue otra de sus ocupacio– nes denko y fuera del convento. «Ellos confesaban también no sólo entre año, sino especialmente en la Cuares– ma, a cuantos adultos había en esta villa inscriptos en la matrícula, obligados al 5. Ramón Lastiesas, o.e. Pág. 46. 6. Ramón Lastiesas, o.e. Pág. 43.
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