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-256- igual en condición a su compafíero, y ta deuda tan pe– quefia, lo acogota para que te pague al contado; se ol– vida de las angustias que pasó ante las amenazas de cobro de su sefior, y de la compasión que de ellas le libró, y se ensafía con su compafiero, cuya igualdad de condición debiera hacerle más tolerante y compasivo. Surge la voz de la conciencia moral reprobando et inau– dito atropello; tos otros siervos, testigos de ta bondad de su sefior, le denuncian lo sucedido, y sobreviene el castigo en toda justicia merecido. No se arrepiente el sefior de haber sido bueno, pero se ofende por la ingrati– tud de aquel hombre que no supo ser bueno con su her– mano sino que se adelantó a tomarse la justicia sin en– trafias por su mano, atropellando el orden social. Así procederá Dios, dice Jesucristo, con vosotros si no perdonáis de corazón a vuestros hermanos. Argumento Apologético Respuesta sapientísima que vamos a esclarecer pa– ra salir al paso de los reparos opuestos por el corazón humano a la ley de la caridad evangélica, pretextando razones de justicia. Siempre y en todas partes ha sido y es difícil encontrar el justo medio, el equilibrio nece– sario, entre las compensaciones legales a que den lu– gar los atropellos de que podamos ser víctimas, y las efu– siones de la misericordia cristiana; he aquí que el divi– no Maestro nos ensefia dortde está el fiel de la balanza para contrarrestar las tacafierías del corazón humano, sin menoscabo del orden moral y social en las exigen-
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