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-254- el pescuezo le ahogaba diciéndole: paga lo que me debes. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: ten un poco de paciencia conmigo, que yo te lo pagaré todo. El, empero, no quiso escucharle, sino que fué y le hizo meter en la cárcel, hasta que le pagase lo que le debía. Al ver los otros criados, sus compañeros, lo que pasaba, se contristaron en extremo, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Entonces le llamó su señor y le dijo: ¡Oh criado inicuo! yo te perdoné toda la deuda porque me lo suplicas– te. No era pues justo, que tú también tuvieras compasión de tu compañero, como yo la tuve de tí? E irritado el señor le entregó en manos de los verdugos, para ser atormentado hasta tanto que satisficiera la deuda toda entera. Así de esta ma· nera se portará mi Padre celestial con vosotros,. si cada uno no perdonare de corazón a su her– mano. Aclaración literal del texto Las ensefianzas del divino Maestro que preceden inmediatamente a la parábola que hoy nos ofrece el san– to Evangelio, se dirigían a formar la conciencia de sus discípulos en las relaciones sociales que resultarían forzosamente entre ellos, una vez constituída la Iglesia basada en la autoridad, en la caridad y en la corrección fraterna, evitando con sumo cuidado aparecer desunidos ante los extrafios. Jesús había reprendido suavemente a los Apóstoles por la pueril disputa que acababan de te– ner sobre la supremacía en el reino que anunciaba, afir-

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