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Vigésimo primero Domingo después de Pentecostés La ley de la caridad debe moderar en noso– tros las exigencias de la justicia para con nues– tros prójimos; de lo contrario mereceremos que Dios sea riguroso y sin misericordia en el día de las cuentas. Evangelio según S. Mateo (Cap. XVIII) En aquel - tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El reino de los cielos viene a ser semejante a un rey que quiso tomar cuenta a sus criados. Y habiendo ccmensado a tomarlas, le fué presentado uno que le debla dies mil talentos. Y como este no tuviese con que pagar, mandó el señor que fuesen vendidos él, su mujer y sus hi– jos con toda su hacienda, y se pagase así la deu– da. Entonces el criado, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten un poco de paciencia, que yo te lo pagaré todo. Movido el señor a com– pasión de aquel criado, le dió por libre, y aún le perdonó la deuda. Mas apenas salió este criado de su presencia, encontró a u110 de sus compañe– ros que le debía cién denarios, y agarrándole por
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