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-243- taba habituado a la intervención sobrenatural de Jehová en la vida de la nación; tenía delante al Mesías pro– metido; en aquella misma ciudad de Caná se había ma– nifestado como Dios con el milagro de las bodas, y no le creían sino hacía nuevos prodigios a voluntad de ellos. A mayor abundamiento, Jesús llegaba entonces de su excursión a Samaría, patria de los aborrecidos samari– tanos tenidos por espurios en el pueblo de Dios; allí, junto al pozo de Sicar había conquistado para el Evan– gelio a la célebre mujer con solo decirle dos palabras sobre su vida pasada y ,presente: esta sencilla revela– ción fué el pregón evangélico que reunió junto al Sal– vador todo el pueblo de Samaria; y, en dos días que empleó en adoctrinarlos, sin hacer nuevos milagros, los convirtió a todos, mientras en Galilea, entre los suyos, era un profeta sin honor a quien se regateaba el home– naje a su palabra tan autorizada, y que no era sino el eco concentrado de toda la prodigiosa historia de Israel y el anuncio de que se cumplía en Jesús cuanto los pro– fetas habían predicho. Esta comparación debía acongo– jar el nobilísimo Corazón de Jesús y darle la medida de lo que podía esperar de los suyos, según la carne. Ved la prisa del Régulo en volverse a su casa en cuanto oye que Jesús le dice que su hijo está sano; creyó, dice el sagrado texto; pero en cuanto los criados le salen al camino anunciándole el prodigio, calcula bien el tiempo, la hora; eran efectivamente las dos de la tarde cuando Jesús le dijo que su hijo estaba bueno; y entonces creyó él y toda su casa en la divinidad del lejano bienhechor.

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