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-.242- Jesús le dijo: 7u hijo está bueno,· y así creyó él y toda su familia. Aclaración literal del texto Sorprende a primera vista la exclamación de amar– gura con que Jesús responde a la congojosa petición del cortesano que viene desde Cafarnaún a Caná de Gali– lea, pidiéndole que vaya a su casa y sane a su hijo mo– ribundo. No parecía merecer que se le dijera: •si no veis signos y prodigios no creéis». ¿Qué vieron los di– vinos ojos en el alma o en la actitud del Régulo .. ? va– cilación, cierta arrogancia o aire de autoridad, la idea de que solamente podría curar al enfermo, como vulgar médico, viéndolo y tocándolo corporalmente. Para. en– tenderlo mejor, comparemos la rendida fe del Centurión que, postrado en tierra, pide la salud de su criado y re– husa, confundido, el rasgo de bondad de Jesucristo que se ofrece a ir con él a su casa, con la demanda del cor– tesano judío para que Jesús ande los cuarenta kilóme– tros que separan las dos ciudades. Midamos el abismo del «Domine, non sum dignus ut sub tectum meum in– tres», de la réplica del soldado gentil, y el apremio tan poco delicado del israelita servidor del rey Herodes: «Domine, descende prius quam moriatur filius meus»; y entenderemos bien el porqué de las desairadas palabras con que recibe la exigencia del segundo, y de las cáli– das alabanzas tributadas a la fe del primero: «en verdad que no he encontrado tanta fe en Israel.» Era este de– positario de la palabra de Dios y de sus promesas; es-

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