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Vig8simo Domingo despu8s de Pentecostds . Es agravio a la bondad y á la veracidad de Dios condicionar nuestra fe y confianza a la con– cesión de seiiales y gracias prodigiosas, como si El no las adelantara oportunamente y no tu- - viera otros títulos para ser creído y amado. Evangelio según San Juan. (Cap. IV). En aqael tiempo había en Cafarnaún un señor de la corte, que tenía un hijo enfermo. Este tal, habien– do oído decir que Jesús venía de la Jadea a Galilea, fué a encontrarle, suplicándole que bajase desde Caná a Cafarnaún a curar a su hijo que estaba mu– riéndose·. Pero Jesús le respondió: Vosotros si no veis milagros y prodigios no creeis. lnstábale el de la corte: Ven, Señor, antes que muera mi hijo. Dícelefesús: Anda, que tu hijo está bueno. Creyó, aquél hombre a la palabra que jesús le dijo, y se puso en camino. Yendo ya hacia su casa, le salie– ron al encuentro los criados con la nueva de que su hijo estaba ya bueno. Preguntó/es a qué hora habla sentido mejoría. Y le respondieron: Ayer a las siete de la mafiana le dejó la calentura. Reflexio– nó el padre que aquella era la hora misma en que 16
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