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-238- Pero será posible tamafía desgracia? Tan posible que, para que no no nos alcanzase a nosotros, Jesús nos avi– sa con la parábola que acabamos de oir en el Evangelio de hoy. Los nifíos, alumnos de las escuelas católicas o de ca– tequesis parroquiales y misionales, oyen un día que el sefíor Párroco, el Misionero o el Maestro o Maestra les dicen; bueno, nifíos, este, este, este y este y... sigue se– fíalando y nombrando, harán la primera comunión; aví– senlo a sus padres. Salen aquellos nií'ios y· nií'ias de la escuela o del catecismo y volando van a sus casas y lla– man a su mamá, y le dicen: mamá, este afio haremos la Primera Comunión, ¿verdad que me comprará usted un vestido muy lindo, que me pondrá usted una cinta de se– da y oro? ¿Verdad que me comprará unos zapatos blan– cos y un traje nuevo y me dará dulces y haremos gran fiesta? y... La mamá dice, sí, sí, hijo mío, todo eso se ha– rá a su tiempo. Y efectivamente llega el día, y el comul– gatorio de la iglesia que es la Mesa del convite divino, se ve lleno de gasas, de lazos, de flores y de perfumes; todos con el traje nupcial; pobres y ricos, todos han en– contrado modo de llegar allí, aunque sea disfrazados. Ya puede pasar revista el cura o el misionero, todo está en orden. Pero, a lo mejor (es decir a lo peor) sucede que la blancura del traje oculta la negrura del alma, y el velo de la cabeza tapa las manchas del corazón ante los ojos de los hombres y de las mujeres que no pueden ver sino lo de afuera. Llega Jesús; sus ojos penetran el alma y es– cudrifían los corazones y descubren en un nifío, en una nifía quizá, un sacrílego; el ángel de la guarda oye ense– guida un suspiro de indignación de su Seí'ior y llora,porque aquello anuncia un castigo; Jesús no obstante disimula y se deja aprisionar por los impuros labios de aquel nifío, o por los pintados labios de aquella nifía;y mientras en casa

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