BCCCAP00000000000000000001106
-234- Pensemos ahora, ante la triste realidad del vulgo de los cristianos, si habrá muchos que hayan entrado en la Iglesia sin el vestido nupcial, sin la preparación espi– ritual que req-uiere tan excelsa vocación. La entrada de los gentiles a la Iglesia se produjo en un principio así co– mo en masa: aceptaban la fe en Jesucristo,odiado por los hebreos, creían en la palabra del apóstol prestigiada por el milagro y, filósofos, soldados, señores y esclavos,po– bres y ricos, romanos y bárbaros, con todo el bagaje de sus hábitos gentílicos, recibían el bautismo, tenían la Fe. Pero la Fe sola no bastaba: era preciso somet..=rse a un trabajo lento y costoso de depuración, a la coope– ración de la voluntad de cada uno al designio del Señor, desnudarse de los andrajos del hombre viejo y aparecer vestido del nuevo, de Jesucristo: y esto es lo que a mu– chos hacía desfallecer y lo que puso a prueba la divini– dad de la Obra de Jesucristo mucho más que las perse– cuciones de los tiranos. Ténganlo en cuenta los cristianos de ahora que, aunque son llamados por lo general de un medio cris– tianizado, aunque son nacidos de hogares cristianos, aportan también los resabios del pecado que el Bautis– mo borra, y se ven en la precisión de arrancar las raíces de la herencia, y defenderse contra el ambiente de co– rrupción para no malograr su fe, sino nutrirla con la ca– ridad y con obras dignas. No son por tanto, escogidos para el reino de Dios todos los llamados: es preciso asi– milarse a Jesucristo, comunicar con El, transformarse en El. Es preciso decir muy alto que no todos los hijos de la Iglesia la honran, ni todos los cristianos prueban ante los extraños su filiación sobrenatural, y por lo mis-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz