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-227- pues... Jo de siempre; la gente buena, la que merecía los favores del Seflor por su fe l' su sencillez lo aclama y_ dice a gritos: ¡¡cosas maravillosas hemos visto hoy en verdad!!: mientras los fariseos, como lobos escondidos entre las ovejas, se escurren de allí, como pueden, para esperar otra ocasión de morder a quien tan fácilmente los descubría y confundía. No puedo yo dudar de que voso– tros hubierais sido de los buenos que hubierais aclamado a Jesús, y saliendo por calles y plazas contando a todo el mundo lo que había pasado, y, siguiendo las pisadas del Maestro Divino, andaríais esperando más milagros. Pero entre tanto hemos de sacar de este hecho pro– digioso las em,efianzas que encierra. Bien sabéis mis queridos niflos el empeflo que vues– tros padre ponen en cuidaros cuando caéis enfermos: es– tos cuidados no os irritan, antes al contrario, los mimos prodigados al enfermito a veces prolongan los días de cama, sobre todo en invierno y si al levantarse tiene que ir a la escuela. ¿Porqué cuando vuestros padres se ocu– pan y preocupan de la salud de vuestra alma, al ver que os juntáis con malos compafieros que os contagian de vi– cios horribles, al observar que leéis libros que envenenan vuestro corazón y os los quitan de las manos, y os pro– hiben ir al cine porque es malo, y os encierran en casa cuando vosotros quisierais andar correteando por la calle entre la atmósferq de vicios y pecados que todo Jo invade, porqué digo, lloráis, protestáis, os quejáis y desobedecéis? es que no se trata del cuerpo, sino del alma; y hay muchos niflos que ni siquiera se ocupan de saber si tienen alma, o no les importa llevarla muerta, o arrastrándola por el lodo. Para el cuerpo mucho mimo; cuidadito con que no lloren todos cuando a la nifla le duele un sabaflon o al nifio Je duele un golpecito que se dió jugando; ¡toda la casa en movimiento! No sois los paralíticos, ni los enfer-

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