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-219- -con el enfermo a la terraza por la escalera exterior y, abriendo brechp en el piso sobre la habitación donde jesús ensefíab~, bajan su carga, ponen al paralítico ante la vista del Diiino Médico, y, antes de que nadie dijera nada, oyen atónitos palabras de amor y de perdón: «Hijo, te son ~erdonados tus pecados». Los escribas se escandalizan Y¡ comienzan a pensar en la blasfemia que acaban de oir, jpues solo Dios puede perdonar pecados; Jesús ha penetrado en sus pensamientos; va a conven– cerlos de que 4s Dios, haciendo lo que, según ellos, solo Dios puede ha4:er: y para que sepan que lo hace, produce ante sus ojos ~1 milagro .de curar repentinamente al pa– ralítico; dirígele la soberana palabra de mando, y el en-. fermo se yergte animoso, toma su lecho a cuestas y se 1 manifiesta a tqdos perfectamente sano y bueno. Mucho l menos se nec1sitaba para 'convencer a quien no estu- .viera empede~nido contra la verdad: todo el poder de Dios se necesita para perdonar los pecados, lo mismo que para curat al enfermo; et pu.eblo sencillo. tiene el buen sentido ~e la verdad y aclama al Divino Tauma– turgo confesando sin ambajes, que habían visto aquel <lía cosas pro4igiosas. 1 í J Argumento apologético Para en endimien¡os menos obcecados, la Divi– nidad de J esüt- quedaba superabundantemente probada; la razón más ~xigente no podía pedir pruebas más pal– pables. Escatjdalízales que Jesús perdone pecados, obra del orden íntir espiritual, y al_ punto pueden observar l

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