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Decimo octnuo Domingo después dR Pentecostés La vigorosa argumentación de Jesucristo af curar al paralitico conserva su fuerza probato– ria hoy como entonces, ante la fe de los creyen– tes y ante la razón de los incrédulos. Evangelio según San Mateo, (Cap, IX).. En aquel tiempo; Subiendo Jesús en una barca~ repasó el lago y vino al lugar de su residencia o a Cafarnaún. Cuando he aquí que le presentaron un paralítico postrado en su lecho. Y al ver Jesús su fe dijo al tullido: Ten confianza, hijo mío, que per– donados te son tus pecados. A lo que ciertos escri– bas dijeron luego para consigo: Este blasfema. Mas Jesús, viendo sus pensamientos, dijo: Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué cosa es más fácil, decir, se te perdonan tus pecaáos, o decir, levánta.te y anda? Pues para que sepáis que el hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar pecados, levántate (dijo al mismo tiempo al paralí– tico), toma tu lecho y vete a tu casa. Y levantóse y fuése a su casa. Lo cual, viendo las gentes, queda– ron poseídas de un santo temor, y dieron gloria a Dios por haber dado tal potestad a los hombres.

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