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-215- zones los malos, los impíos no quieren reconocer a Jesús como su Sefior y su Dios, le tienen miedo; son como aquellos escribas y fariseos, ciegos en medio de la luz, empeñados en cerrar los ojos a los milagros que Jesús ha– cía para demostrar su Divinidad, y los oídos para no per– cibir las palabras de vida eterna que salían de sus labios. Si Jesús no fuera Dios, no tendría tantos enemigos; creédmelo, mis queridos niños; así como los ladrones hu– yen de la policía o de la guardia civil, así huyen los ma– los de Jesús, se declaran enemigos suyos y aun se atre– ven a blasfemarlo y a negarlo. Por la misma razón los buenos se sienten felices al saber que siguen a un Hom– bre-Dios, que no solo los ama y los guía ahora por el sen· dero del bien sino que puede, sabe, y quiere recompen– sarlos en el cielo. Pensad vosotros, mis queridos nifios, si tenéis motivos. de agradecimiento p&ra con Jesús tan terrible como Dios para los malos, y tan amable y honda· <loso con los pequeñuelos y humildes que asegura tener su complace1icia en tratar con ellos: ¿qué prodigios de amor ha tenido que hacer !)ara abajarse hasta vosotros?: ya veis que por hacerse nifio, y por aparecer en el mundo senci– llo y sin apariencias de majestad, se · atrevieron los im– píos a desconocerlo, a contradecirle y a perseguirle y ma– tarle. Puede decirse que todo Jo sufría a gusto por el deseo de poder acercarse a nosotros, a los nifios p-articu– larmente; para que no le tuvieran miedo, para que pu– dieran entender su doctrina y andar por el camino de su eterna felicidad guiados por su mano. Pero... desgracia– do del nifio que abusa de tanta bondad, que fiado en las pobres apariencias de Jesús se desentiende de sus pala– bras y mandatos; vivirá ese tal muy orgulloso creyendo que ha burlado la bondad de Jesucristo como 1:-urla a sus padres, a sus maestros: ¡¡Jesús el hijo de David, hombre como nosotros, es al mismo tiempo Dios fuerte y sabio,
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