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-214- era Dios; los muertos resucitados iban y venían diciendo a todos que la voz de Jesús los había vuelto a la vida, cosa que solo Dios puede hacer; los sordo-mudos, en cuanto recobraban el uso de la lengua, comenzaban a ben– decir a Jesús como a Dios; pero los orgullosos fariseos no querían entenderlo; les convenía que solo fuera un hombre para poder perseguirlo impunemente y contrade– cirle; y aquí estuvo su gran pecado, no conocer a Jesús a pesar de tantas sefíales y argumentos. Nosotros sabe– mos que la segunda Persona de la Santísima Trinidad se encarnó en el seno purísimo de la Virgen María, y que el Hijo de la Virgen era desde toda la eternidad hijo de Dios, sólo que se revistió de nuestra naturaleza para morir por nosotros y redimirnos. Vosotros veis a Jesús Nifío y no os ponéis a jugar con El, sino que lo adorais, besais sus pies y le llamais Señor; veis a Jesús clavado en la Cruz, y le tenéis lástima, pero no le creéis débil, sino fuerte, y lo adorais y le llamais Sefíor, y le pedís por~ mérito de su Sangre preciosa, que os perdone y os dé el cielo. Veis a Jesús encubierto con el blanco velo del Santísimo Sa– cramento en la Hostia consagrada, y os arrodillais, y le llamais Señor, y le recibís en vuestro corazón como a Rey de cielos y tierra. Y a pesar de creerlo Dios Todopodero– so yJusto y Santísimo, no le tenéis miedo, sino veneración y respeto; los nifíos buenos están convencidos de que pueden acercarse a cada momento a este Sefíor de ma– jestad infinita con la misma confianza que a su madre, porque El los quiere entrafíablemente. Son los nifíos malos quienes huyen de Jesús, no lo quieren conocer, y se figuran que a fuerza de correr, es– caparán de su presencia; que en saliendo de la iglesia, ya no están delante de El. Olvidan que es Dios y que por mucho que huyan, los alcanza con su mirada y un día los alcanzará con su mano omnipotente. Por las mismas ra-

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