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-212- los malos cristianos se quedan con la revelación de la carne que dice ser Cristo hijo de David, o un hombre poderoso en obras y en maravillosas palabras: pero nosotros atendemos a la luz sobrenatural que ilumina el interior del Maestro: y en cuanto lo encontramos en nuestro camino, al despertar nuestra razón, después de haber recibido el hábito de ta fe por el bautismo, y se nos dice este es jesús, caemos de roditlas y to adoramos. He aquí marcada la línea imborrable entre católicos y herejes y judíos, entre cristianos racionalistas y católi– cos sinceros; la confesión de la Divinidad del Hijo de la Virgen María. No nos dejemos seducir por ignorancias calculadas en punto tan capital; tengamos el valor mo– ral de sostener la Divinidad de Jesucristo como razón de ser de nuestra religión en nuestra conducta con El para adorarlo y obedecerlo y amarlo, y en nuestra vida moral para aceptar sus preceptos como mandatos de Dios. Hu– yamos de esas anfibologías dellenguaje que usan muchos cuando tienen interés en que la Religión y la Iglesia se– an discutibles, que no tengan mas consistencia que co– mo hechos históricos, o como doctrinas acomodaticias; ya hemos visto que esa era la falsa posición de los es– cribas y fariseos incapaces de ver la augusta realidad que tenían ante sus ojos, enceguecidos por preocupa– ciones y por un orgullo incurable. Digamos con amor, con entereza, con intención de contradecir todos los miserables subterfugios de pasiones propias o ajenas: Jesucristo es el Hijo de Dios y el Hijo de Maria.
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