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-208- esto se callan; no aceptan un Mesías superior a ellos ni que venga a salvar a Israel sino dentro de los estre– ehos límites nacionales, y de la concepción camal y ma– terial del pueblo de Dios que ellos usufructuaban. David pudo comunicar y comunicó a Cristo su sangre real y un derecho legitimo al trono de Judea. Ante el poder político de David estaba el sacerdotal, vinculado en la familia levítica; el Cristo debía ser Pontífice y Rey, su realeza traspasaría el orden material y llegaría a las al– mas. ¿Quien le comunicaría esa realeza? ¿quién pondría sobre su frente la corona y la tiara? Todo el secreto de la íntima naturaleza de Cristo estaba en su filiación di– vina, en su generación eterna. Jesús era Hijo de Dios, era Dios y Hombre. Verdad sublime, desconocida por ,escribas y fariseos ofuscados por la letra de sus libros, por preocupaciones nacionales y por miras egoístas. Ante el silencio de ignorancia y de despecho con que respondieron a su vigorosa argumentación,Jesús siente enardecerse su celo por el pueblo de Dios, extraviado en manos de falsos conductores, y añade anatemas y amonestaciones gravisimas que hubieron de dar a aque– llos miserables la medida de su inferioridad desnuda .ante todo un pueblo. Argumento apologético lnescusable era realmente la ignorancia de aquellos desgraciados; tenian delante al hijo de David adorado desde lejos por David como Señor dominador de todas las gentes; sefíalado por Isaías como el Admirable, el

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