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-202- !,e repugnan muchísimo esas niñerías de mala ley; con ser tan amigo y aficionado a los niños, ve con pena la vani– dad de ellos porque los quiere humildes, sencillos, estu– diosos, modestos, amables y alegres sin afectación. Así es El; ved lo que hizo para aproximarse a nosotros tan miserables: era Dios inmenso, y apareció en ·el mundo hecho Niño pequefiito; era Sabio, y estuvo sin hablar como los niños antes de que aprendan lo que se le enseña; era Todopoderoso, y se dejaba traer y llevar en brazos como si no pudiera tenerse en pie; era en fin Señor de majestad infinita, y vivió obediente a María y a José; jamás se vanaglorió de su grandeza, al contrario la ocultó para que nosotros le tuviéramos confianza y le imitára– mos; ¿cómo le ha de gustar que los niños sean envidiosos, altaneros, disputadores por recibir lisonjas ;y alabanzas y mimos?.. Llega un niño~al colegio el primer día, y, sin que nadie le diga nada, va y se sienta en el banco de los distinguidos; todos los otros niños lo miran por curiosidad y apuntando hacia él cuchichean: «¿Quién será ese tan listo?.. pero el maestro pregunta la lección, y cuando le toca al chiquillo aquel se queda con la boca abierta sin saber qué responder a las preguntas del profesor; este le dice» ¡Usted no sabe palabra, váyase al último banco hasta que se vea si adelanta algo!; el chico toma sus libros y cabizbajo pasa por entre los bancos de sus compañeros cuyas burlonas sonrisas lo ponen colorado al rojo: humi– llación bien merecida por haberse alzado al puesto que no le correspondía. En cambio otro niño muy estudioso observa cómo otros de menos inteligencia van escalando las alturas, y él, como no le preguntan, se va quedando abajo. Pero un día el maestro hace repaso general, prue– ba a los alumnos y llega con unas preguntas difíciles el turno a aquel chico bueno y estudioso el cual responde tan atinadamente y con tanta soltura que del último Jugar