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-191 - terna) de la reina, doí'la Blanca de Castilla madre de San Luis rey de Francia cuando este, todavía niflo, estaba_ a- ,, costado en su regazo y le decía ella: «hijo mío mucho te quiero,pero más quisiera verte muerto que con el almaman– chada por el pecado mortal» Este sí que es gravísimo mal y, hay muchos nifios que lo padecen, y por eso lloran tan– to las madres por sus hijos malos, desobedientes, menti– rosos, altaneros, pendencieros, perezosos, amigos de gro– serías y de mentiras, y reacios para las cosas de la reli– gión; presienten ellas que van a la muerte del alma y al infierno, y lloran y Dios quiere consolarlas, y envía la gracia del cielo para que ese nifio malo se enmiende: pe– ro ... no siempre se enmienda, porque el pecado hace en el alma estragos mil veces mayores que la enfermedad en el cuerpo que mata. Ya habéis visto como, a la prime– ra palabra que Jesucristo dirigió al cadáver de aquel jo– vencito, sus oídos se apercibieron de t:¡ue les hablaba Dios: estaban cP.rrados a todo otro ruido, y los miembros rígidos y a punto de ser enterrados, pero en el momento se sienten animados: el alma vuelve a aquel cuerpo y este se levanta vivo.. De modo que es el alma la que oyó, no el cuerpo; y, por eso los nifios malos continúan siéndolo,a pesar de las ardientes y continuadas lágrimas de su madre, y de las vo– ces del Angel de su Guarda, y de los escarmientos que Dios les envía, porque tienen muerta el alma. El cuerpo puede resucitar al conjuro de la Omnipo– tencia divina que le devuelve el alma: pero si ella está muerta?, si no queréis escuchar la voz de Dios, si os reís del dolor de vuestras madres, si, mientras ellas lloran, vosotros seguís jugando y pecando! .. Cuando llegasteis al mundo el día de vuestro nacimiento, vuestra madre que sufrió mucho para daros a luz, ya no se preocupó de sus dolores, sino de vosotros: y, como sabía que teníais el al-
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