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-190- dijo lo primero ¿dol11de está mi madre?.. y por eso Jesús lo toma así resucitado y sonrie::1te y lo entrega a su ma– dre que llora de pura emoción. Ahora os pregunto. ¿habrá aquí algún nifio que haya hecho llorar a su madre?.. sí, sí, todos, todos; y también habrá quien haya aparecido un día muerto en el alma, manchaco y cautivo del demonio, y qúe haya arrancado lágrimas amargas de los ojos de su madre que lo quería bueno y santo. Pues bien, aprended hoy el valor que da Jesús al llorar de vuestras madres. Vosotros las habéis visto muchas veces y no os importa– ba nada, pero Jesús no puede ver una lágrima que se des– liza silenciosa por las mejillas maternales sin que él se emocione y trate de enjugarla. Esas lágrimas han caído cien veces sobre la cuna donde vosotros dormíais, han humedecido vuestra frente cuando os besaban, han sido enjugadas después con el pafiuelo o han caido en el suelo: parecen lágrimas perdidas, ¿quien las contará o las reco– jera?.. Dios, Dios solo: y las ci.;enta y las recoge y las re– compensará en el cielo, si fueron derramadas por amor y con miras a vuestra eterna felicidad. Dios no puede i,er sordo a los gemidos de vuestra madre, cuando estáis emfermitos, cuando estáis en peligro cuando sois malos, mando os ven en malas compafiías, cuando os marchais de casa, cuando la muerte os acecha o cuando, lo que es peor, estáis vivos en el cuerpo y muertos y putrefactos en el alma. Ya veis cómo, sin que nadie le dijera nada, Jesús, se -.'ijó en que la viuda de Nain iba llorando detras :iel féretro, )' sin que ella le pidiera el milagro lo hizo, sus lágrimas fueron tan elocuentes que determinaron su Omnipotencia a tan sefialado prodigio. Como la muerte del cuerpo con ser tan terrible no es el mayor mal que puede acontece:'."os, sino que puede ser un bien, por eso Jesús no hace as-é con frecuencia el milagro de la resurreción del cuerpo. A:ordáos de aquel grito ma-
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