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- 187- derecho igual que et padre a la formación espiritual del nifío y de la nifia?: porqué han de sefialarse a la madre lí– mites arbitrarios en el terreno de la educación de ta prole? ¿No ha sufrido ella desgarramientos físicos para dar a luz esos seres, y desgarramientos morales durante los largos afios de ta infancia que gravitan casi exclusi– vamente sobre ella? Y llegados los hijos a ta pubertad bajo cuidados y solicitudes que ni se pesan ni se miden, ¿entregaría esa mujer al nifio a funciones· docentes im– pías e inmorales, o to abandonaría al capricho de un hombre que ao ha tenido hasta entonces más ingerencia en el nifío que la necesaria para solazarse, sin ulteriores dolores ni preocupaciones? Sí, si es verdad que la edu– cación es obra solidaria de la autoridad del padre y de la ternura adorable y corisciente de la madre: que es una estafa indigna enajenar de la tutela maternal al joven so pretesto de que ya es consciente y de que debe ser hombre fuerte; ninguno lo ha sido en el orden espiritual sino amparándose en el recuerdo del carifío de suma– dre: y quien diga lo contrario no es hijo, sino un pará– sito nacido en una pefía, o un pervertido incapaz de sa– borear tos besos de pureza y de abnegación recibidos en-la cuna. Toda madre cristiana debe saber que tiene garantizados los derechos de su maternidad por el Cora– zón de Cristo que tuvo Madre a quien amó intensamen– te, que oyó el clamor de las madres que lloraban por sus hijos, que recibe sus lágtimas como oraciones sublimes y que pide, en retorno de los milagros que ha hecho para consolarlas y defenderlas y dignificarlas, que no abdiquen tanta gloria, ni hagan dejación de derechos sa– grados eti el hogar establecido por El, ni abandonen sus
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