BCCCAP00000000000000000001106
-178- zar y juntar más dinero para muchos años de vida, que no están en vuestras manos. Oid bien lo que dice el Divino Maestro: ¿quién de vosotros puede crecer un palmo a fuerza de pensar?.. Es decir: ¿quién tiene en sus manos exclusivamente la provisión de aquello que necesita o desea? ¿No depende de Dios que nos lo da y nos lo da– rá con amor infinito?.. entonces, ¿por qué angustiarse tan– to en el afán de las riquezas que trae perdido al mundo? Ved con qué tranquilidad duerme un niño pequeño en el regazo de su madre. Ya puede estar tronando, ya pueden cercar a esa santa mujer todos los peligros; el chico harto, se desprende del pecho, sobresaltado quizá, y se duerme profundamente. La providencia de su madre le asegura contra todo mal. Pues Dios nos quiere más, mucho más que nuestras madres; El nos las ha dado, y el amor que nos prodigan es comunicado a ellas por el corazón de Dios: ¿por qué no hemos de confiar en El? Cuando rezamos el Padre Nuestro, hablamos con Dios, hacemos un acto de fe en su amor, confesamos que se ocupa de nuestras necesidades, esperamos remedio, le bendecimos por ello y nos sentimos hijos suyos y herede– ros de su cielo. Compadezcamos a los nifios que no tie– nen madre, pero también a los nifios que no saben rezar el Padre Nuestro, que no saben hablar con Dios, el Padre que tienen en el cielo. Compadezcámos a los desgracia– dos que esperan todo de la tierra y se afanan por poseer– la y se la disputan con sangrientas riñas, como los lobos la presa. Así parecen los que trabajan con esa ansia in– moderada y no piensan sino en producir, en juntar rique– zas cuyos esclavos son: ellas acabarán por atrofiar las fa– cultades del espíritu, por embrutecerlos, por hacerlos ol– vidar a Dios. No es posible servir a Dios y a los dineros. Tenéis razón: los dineros deben servirnos a nosotros, de– bemos poseerlos para el bien del cuerpo y del espíritu:
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz