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-175- sociales y comerciales: pues no se sufre por el bien de los otros, ni se tiene envidia a los más ricos, ni ocurre salirse del medio honesto en que puede desenvolverse ta existencia, sino progresar honradamente y esperar de Dios la recompensa del Cielo. Muy otras serían las rela– ciones de las familias y de los pueblos, si desapareciera de entre tos cristianos esa fiebre maligna de la avaricia, negación implícita de la Bondad de Dios y afirmación impía de que el hombre debe bastarse a sí mismo y que no ha de esperar del cielo ni siquiera la bendición para el éxito de sus empresas. Atendamos a las obras maravi- l llosas de Dios Creador; como nos invita Jesucristo, y i aprendamos lecciones de confianza de los pajarillos del aire y de las bestias y de las flores y de todo cuanto vi– ve y se mueve en derredor de nosotros, pendiente de la mano providente de su Creador y luciendo los extremos admirables de su Sabiduría que gobierna los insectos y los elementos todos de la naturaleza fuerte y suavemen– te. ¿Abandonaría el Señor a quienes le aman y le temen y le llaman Padre y lo invocan y esperan de su amor el sustento cotidiano?..... Busquemos primeramente el Reino de Dios y todas las demás cosas se nos darán por añadidura.

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