BCCCAP00000000000000000001106
· -154- brecita y ella se ruboriza toda y se echa a llorar; esa ni– fta que señala y esas otras que se divierten con los de– fectos de la pobre chica ¿se muestran prójimos con ella? no, de ninguna manera, sino crueles verdugos; no les gustaría a ellas que otros se rieran de sus defectos y con– vocaran gente para divertirse a su costa. Y así podríamos poner muchos casos que o'curren ca– da día; cuando os encontráis con un pobre, con una an– cianita que se arrastra apenas, con un demente. En todos nuestros semejantes hemos de ver hijos de Dios, y, por su amor los hemos de amar, y, en llegando la ocasión, ayudarles y darles cuanto esté de nuestra parte para que no sufran.Es muy conveniente a los nifíos acostumbrarse desde pequeños a ver los sufrimientos de los demás; pri– mero para compadecerse de ellos y ayudarlos si pueden; segundo para dar gracias a Dios porque los libra de aque– llos males; y, finalmente, para saber llevarlos con pacien• cia si alguna vez les sobrevienen: porque muchos se figu– ran, cuando sufren alguna cosa, que son los más desgra– ciados del mundo, y es que no han visto jamás de cerca el dolor y las lágrimas de tantos desgraciados, no se han parado jamás junto al Jecho de los enfermas, no han ido nunca a los hospitales, no han pasado de la puerta de esas casas pobrísimas donde tantos nifíos lloran de frío y de hambre; es necesario ver sufrir para comprobar si te– nemos amor al que sufre: es necesario sentir los ayes del que llora para saber si llegan hasta nuestro corazón y nos sentimos inclinados a correr en su auxilio. No es lo mismo enviar con otro unos céntimos o una peseta a los pobres que dárselos uno mismo con amor, con cariño, saludán– doles con delicadeza fraternal, sin hacer ascos por sus andrajos o por su miseria. Así se demuestra la caridad verdadera como la demostró con nosotros Jesús, el más piadoso de los bienhechores, que por remediamos se hizo
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz