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-153- Así lo entendía el piadoso samaritano a quien habéis visto tan solícito y 1:-ueno con el herido bajarse de su caballo, lavarle las llagas, vendárselas, llevárselo a la posada, acostarlo afectuosamente, quedarse con él dos días y dejarlo ya aliviado y al cuidado del mesonero, a quien da dinero para que los gaste a su cuenta en favor de aquel desgraciado judío enemigo suyo por raza y por religión. Si queréis saber quien es de veras vuestro prójimo, quien os .re.conoce por tales no tenéis mas que colocaros en la dolorosa situación de quien necesita el auxilio de los demás; aquel que os lo preste, aquel que se detenga a levantaros del camino y daros lo que nec~sitáis, ese se porta como prójimo; y enseguida deducid la consecuen– cia; pues cuando yo vea alguien así, necesitado de mí, lo ayudaré, lo consolaré como pueda y me mostraré como hermano y prójimo suyo, como yo deseo que él se portase conmigo si me encontrara en su caso. Va un niño por la calle y observa que un chiquillo malo y bravucón está pe– gando a otro pequeño; ya lo lleva de vencida, y el muy cruel lo golpea, lo hiere y revuelca por el suelo; ¿qué ha· rá el niño que eso ve?.. ¿Pasar adelante? no, sino ayudar al pobre chico tan maltratado, y no estarse ahí mirando, como acontece muchas veces formando corro de curiosos que animan a pegarse a los que riñen. Esto no es caridad, a ninguno de los mirones le gustaría, si estuviera tirado por el suelo y abofeteado que nadie le diese la mano y lo sacase de las garras del valentón que Je pega. Encontráis en. la escuela una niña jorobada o con un defecto en los ojos que la hacen fea; la pobre chica quie– re aprender como las demás: sabe bien que es fea; si al– guna de sus compañeras comienza a señalarla con el de– do, a hacer señas a las demás para que se fijen en su de– formidad física, luego hay un grupo que se rie de la po-
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