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92 GUÍA DE SUPERIORES están respecto a la educación civil y urbana. Es necesar– rio educar al personal también en este sentido, para mo– dificar y perfeccionar las costumbres y los modos de con– ducirse, de tal modo, que los extraños no sepan cuál es el origen de los religiosos. Para esto hace mucho el ambien– te donde se vive y se educa la juventud. Lo que ven y oyen los jóvenes, a eso se acostumbran. Lo que practican cuando jóvenes, lo harán cuando adultos y ancianos... Hay religiosos que se portan con delicadeza y finura con los seglares; se deshacen en atenciones, se sacrifican por darles gusto; pierden sueño, tiempo y comodidades. En cambio, se muestran intolerables, bruscos, insoporta– bles, groseros, con los de casa. Esa es una aberración ... Si en todo religisioso es necesaria la educación, la ur– banidad, la cortesía y las buenas maneras, es indispensa– ble en el Superior que tiene que tratar continuamente con los de dentro y con los de fuera. Con unos y con otros es necesario que· se muestre correcto, cortés, delicado, caritativo... Pobre, sin ser sucio; delicado, sin ser afeminado; sin.:. cero y sencillo, sin afectación; correcto en hablar, sin gon– gorismos exagerados; urbano y cortés en el trato con los grandes y con los pequeños; cauto, modesto, reservado y mortificado con las mujeres; suave, dulce, paterno y so– lícito con los delincuentes... Para mejor practicar la discreción y la urbanidad para con todos los súbditos ayuda mucho respetarse y respetar. Respetarse a sí mismo, no permitiéndose vulgarida– des y familiaridades poco conformes con la dignidad del Superior, como juegos de manos, trivialidades, bromas de mal gusto, lenguaje poco limpio...

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