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84 GUÍA DE SUPERlORES Santo respondió: -Si es sabio y docto, que nos enseñe, doceat nos.--Otros le decían:-El Padre Cayo es hombre de oración continua, de presencia de Dios, de regular observancia, muy delicado de conciencia, tiene mucha caridad; en una palabra, es muy santo...-El Santo res– ponde: -Si es muy santo, que ore y que nos santifique, sanctificet nos.-Finalmente, otros le dicen: -El Padre Sempronio es muy reservado, muy callado, muy dis– creto, muy prudente.-Está bien, si es prudente, que nos rija, regat nos. Quería indicar el Angélico que la pru– dencia es la virtud principal para el buen gobierno. Nuestras Constituciones dicen que se elijan para Su– periores, Padres prudentes y maduros (1). El Padre L. Bourdaloue, S. J., decía que entre todas las virtu– des, ésta es la más importante para el gobierno. En un Superior debe preferirse a la santidad. En efecto, el santo, observa San Agustín, puede ser santo para sí mismo, pero un Superior prudente y sabio es para el bien y utilidad de la familia religiosa. La santidad se adquiere generalmente con heroísmo, es decir, con la excepción (2). La prudencia cristiana inclina al Superior a elegir en todas las ocasiones los medios más a propósito para conseguir sus fines, subordinándolo todo al último fin. Tres son los elementos constitutivos: madura deli– beración, sabia decisión, buena ejecución. Lo primero que debe hacer el Superior es deliberar con madmez y discurrir los medios más a propósito para conseguir los fines. Esta deliberoción ha de ser proporcionada a la importancia del asunto. Para deli- (1) Const., 228. (2) Cfr. Pensieri, p. 295. Venezia, 1752.

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