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CONF. xrr.-=-oE LA J;,DUCACIÓN DE LA JUVENTUD 169 la disciplina por la observancia regular. Sobre todo, se debe inculcar una convicción sincera y profunda de la vida espiritual y, por tanto, del deber de poner todo es– fuerzo por adquirirla, conservarla y aumentarla. Poner, en una palabra, todo cuidado en formar a los jóvenes en la vida interior, que es la vida del espíritu y según el espíritu; que cumplan todo a la luz de la fe y en unión con Cristo, convencidos de que esto es un grave deber de conciencia que incumbe a quien un día deberá recibir el carácter sacerdotal y ser representante del Divino Maestro en la Iglesia" (8). , 4. 0 Educación del carácter y de la -voluntad. Edu– car el carácter, las pasiones, las inclinaciones, el corazón, la voluntad. Formar hombres serios, reflexivos, de con– ciencia, de responsabilidad, de personalidad bien defini– da, que den esperanzas fundadas para el porvenir. Indoles hipersensibles, neurasténicas, volubles, incons– tantes, muelles, no son aptas para la vida religiosa. Caracteres insoportables, independientes, soberbios, testarudos, caprichosos... ,, si no se corrigen a tiempo, deben eliminarse antes del sacerdocio... Mens, cor, vo~ luntas, corpora rnaxime curanda... 5. 0 Estima de la vocación y arnor a la Orden. Dice nuestro Padre General en su última Carta Pastoral que éste es un punto fundamental, al cual debe tender nues– tra Pedagogía. Difícilmente se puede perseverar en una vocación que no se estima y que no se ama. Nosotros pen– samos que una de las causas principales de tantas defec– ciones es, precisamente, la falta de estima de la propia vocación. No se abandona fáciirn.ente lo que mucho se (8) Cfr. Ibid., p. 12.
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