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CONF, XII.-DE LA EDUCACIÓN DE LA JUVEN'nJD 165 2, Formación de los educador,es. No tratamos aquí de la formación particular y específica que debe adqui– rir cada uno según el cargo que ocupa de Provincial, Guardián, Maestro, Director, Lector, Profesor, etc., sino de los principios y doctrina que todos los educadores ge– neralmente deben poseer. "Toda Orden religiosa, toda Institución con la expe– riencia de muchos siglos y con el estudio asiduo se ha ido formando un sistema pedagógieo. Y podemos decir que nuestra Orden no ha faltado en este punto. Las Cons– tituciones, las Ordenaciones generales, los Reglamentos escolásticos generales y provinciales, contienen elemen– tos más que suficientes para la formación de un sistem.a pedagógico. Pero es necesario que los educadores conoz– can, por medio ·de un estudio profundo, y hagan propio el fruto de tanta experiencia. Nada debe abandonarse de cuanto nuestros antecesores nos han transmitido; todo debe ser ponderado a la luz de una sana crítica, la cual no debe nunca despreciar lo que la autoridad competen– te propone todavía como cosa digna de observarse" (3). Además de nuestros Santos y Maestros,, de nuestras leyes, tradiciones y costumbres, recomienda el P. Gene– ral tener presente las instrucciones dadas por los Supe– riores de la Orden, por ejemplo, fas del P. Pacífico de Seggiano, del P. Venancio de Lisle-en-IÜgault, del P. José Antonio de San Juan de Persiceto, del P. Melchor de Be– nisa, del P. Vigilio de Valstagna, y particularmente las que los Sumos Pontífices, en esta primera mitad del siglo, nos han dado. El perfecto conocimiento de la Letra Apos– tólica de Pío XI: Unigenitus Dei Filius, de 19 de marzo (3) Lettera Pastorale del Rvdmo. P. Benigno de S. Hilario Milanés, L'Educazione della Gioventu, p. 4-5, Milano, 1953.

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