BCCCAP00000000000000000001103

164 OUÍA DB SUPERIORES Tratamos ahora sólo de los educadores humanos que influyen directa o indirectamente en la formación de nuestra juventud. Podemos decir que somos todos: Son los Generales, los Provinciales y los Superiores iocales de los Centros de formación. Son los Profesores, Lecto– res, Maestros, Directores y todos los encargados puestos por la obediencia en los lugares de educación. Son los religiosos de la comunidad de formación, los religiosos próximos y lejanos que espiritual, intelectual o materialmente, con la oración, con la palabra, con el interés, con la ayuda, con el ejemplo..., podemos y de– bemos trabajar para que se forme una juventud seráfi– ca de santos, de hombres ilustres, de confesores, predi– cadores, lectores, escritores, apóstoles..., que den gloria a Dios, a la Iglesia y a la Orden. Siendo todos educadores, de una manera o de otra, todos debemos colaborar en esta obra con todas nuestras fuerzas, en la medida y en el modo que sea posible. Nin– guno se excuse, ninguno rehuya el trabajo, ninguno diga: a mí no me interesa. Interesa a todos, es obra de todos... 1. Los confesores. La acción del confesor se limita al fuero interno. No puede ni debe pasar sus límites ni hacer revelaciones imprudentes o indebidas, según los sanos principios de la moral. Pero tiene mucha influencia en la formación de la conciencia del joven. No debe con– tentarse con absolver los pecados, es necesario que sea médico, pastor, guía, consejero, juez, padre... En ciertos defectos peligrosos para el individuo y para la colectividad, es necesario que sea severo e intran– sigente. Es mejor cortar por lo sano y a tiempo, antes que llegue la gangrena o el contagio.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz