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CONF. xr.--DE LA CARIDAD FRATERNA 157 Haz por los otros lo que deseas para ti mismo, proveyen~ do las necesidades espirituales, exhortando a las virtu– des, procurando la santidad de todos, avisando, corri– giendo y, si es necesario, castigando, con amor paterno, impelido por el deber, la necesidad, el bien de tus hijos... Proveyendo ·en el orden intelectual todo lo necesa;rio para el estudio a los lectores, profesores, alumnos... Dando con generosidad y sin tacañería a tus religio– sos las cosas necesarias para la celda, la comida, el ves– tido, los utensilios domésticos, todo lo que es útil para la vida de familia y el desempeño de los propios deberes. Velando con cariño de madre por la salud de los en– fermos y procurándoles médicos, medicinas, alivios, etc. Visitándoles, consolándoles y sirviéndoles en todo con afecto. ' Consolando a los afligidos, atribulados, tentados, pro– curando que reine la paz, la alegría y el bienestar en todos. Recibiendo con amabilidad, con cortesía, con agra– do... , a los huéspedes de otros conventos, de otras Pro– vincias, como lo indican las leyes de la urbanidad y de la caridad... Prestar. algún servicio al prójimo. s.anta Teresa no pasaba día sin prestar algún servicio a sus monjas, y cuando no había tenido tiempo u ocasión para hacerlo durante el día, lo hacía por la noche. San Francisco de Sales decía: Servir y socorrer al prójimo, he ahí mi ocupación más favorita. Rogando, pidiendo por todos. Un buen Superior r,ro– cura el bien espiritual y material de sus hijos; les sirve con cariño... , pero, sobre todo, les encomienda a Dios. Es el homo Dei, el intercesor delante de Dios, el sacerdo-

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