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144 GUÍA DE SUPERIORES de ambas resulte un temperamento acertado. Excesiva severidad oprime a los inferiores, y excesiva suavidad los vuelve negligentes o demasiado libres." "Sed buenos -añade el Santo-, pero sin debilidad; tened celo por la justicia, pero, en el castigo, sed moderados; sed in– dulgentes, pero no alentéis el vicio por falta de entere– za en la reprensión. Los mansos heredarán la tierra y gozarán de mu– chísima paz o prosperidad" (10). La mansedumbre es buena para todos, pero indispensable para el Superior. "La experiencia me ha enseñado-- decía Santa Juana Francisca de Chanta!- que la mejor manera de gobernar y mover a la virtud es la que tiene como base la man– sedumbre y la paciencia... Cuanto más voy avanzando en edad, más me convenzo de que la mansedumbre es necesaria para doblegar las voluntades y someterlas a la virtud" (11) . "El espíritu humano-- dice San Francisco de Sales– está hecho de tal modo, que se encrespa contra el rigor, pero cede a la bondad. Así, pues, todo por la manse– dumbre y nada por la fuerza; la dureza todo lo echa a perder, irrita los corazones, engendra el odio; obra el bien con tan mala gracia, que no se agradece. La man– sedumbre, por el contrario, hace lo que quiere del cora– zón del hombre y lo modela según sus designios." De ahí las máximas que solía repetir el santo Obispo de Gine– bra. "La buena ensalada requiere más aceite que vina– gre; mas moscas se cogen con una gota de miel que con una azumbre de hiel; bienaventurados los corazones fle– xíbles, porque jamás serán quebrantados" ... (10) Ps., 36,11. (11) Cfr. F. D. T., El Superior perfecto, cap. IX, p. 219.

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