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CONF. IX.-MINISTERIUM TUUM IMPLE 123 atraiga a su amor y veneración, siendo amable para to– do.s y parcial con ninguno, para no causar disgusto aun al más pequeño... Deb,e, por últirno, ser muy circuns– pecto y detenido en seguir su propio juicio como en go– bernarse por su dictamen; porque esto tiene tanto de . arriesgado, cuanto es efecto del amor propio, el cual fácilmente nos ciega, y hace no pocas veces que nuesc. tras resoluciones sean erradas y aun tal vez pecami– nosas" (3). San Buenaventura, hablando de la primera ala del Superior, que es la justicia, dice que el verdadero ceia– dor de esta virtud "toma precauciones contra el mal, y · la primera de ellas consiste en no hacerlo o enseñarlo a hacer en modo alguno; la segunda, en no permitirlo o concederlo, dejándose ablandar por ruegos importunos o fraudulentas sorpresas; la· tercera, en no fomentarlo o tener a bien que se practique aun sin ser requerido o hallándose ausente; la cuarta, en no disimularlo o ca– llarlo como si lo ignorase, siendo, como es, obligación suya no sólo reprenderlo y manifestarlo en toda su ma– ligna grandeza, sino también aterrar a los perpetrado– res, no sea que sigan cometiéndolo audazmente, y la quinta, en no dejarlo impune, lo cual acarrea, sin duda, serias ventajas... " (4). Y dejando ahora el orden que debe brillar en lo que conclerne a los votos, a la legislación, a la práctica de las virtudes o a todo lo que se comprende con el nom– bre de observancia r,egular, nos concretamos al orden cotidiano de la casa o Comunidad, tan necesario para vivir con tranquilidad y paz. (3) Cfr. o. c., p. 27-29. (4) s. BÜENAVENTURA, o. c., cap. I, n. 12.

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