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CONF, VJIL-DB LA DIPLOMACIA EN EL GOBIERNO 117 rado... Si no puede resolver por sí mismo, pida consejo... Diga al súbdito: -Tenga un poco de paciencia y espere .a que consulte el negocio con Dios y con los hombres... Puede ser que el Superior no sea siempre objetivo, que no se dé cuenta de todo y que más tarde vea que no fué prudente ni justa la concesión... Si la cosa es de con– secuencias, tenga la humildad suficiente para retractar– se y diga con sinceridad: Me he equivocado. Y si la cosa está a tiempo, remédiela. Se cuenta de Carlos V que, habiendo firmado un pri– vilegio injusto, dióse cuenta algo tarde; con todo, mandó que se lo trajesen de nuevo y lo rasgó, diciendo; "Antes prefiero rasgar mi firma que gravar mi conciencia." 3. Dispensar. Hay súbditos enfermos, débiles, ocu– pados... , quti necesitan dispensas de algunas observan– cias, como del ayuno, de maitines, de otros actos de asis~ tencia, el coro, el refectorio... Cuando hay una justa causa y no aparece engaño, pe– reza, abandono, descuido, malicia... , que conceda libe– ralmente lo que está en su potestad... Sobre todo si la dispensa es p.er modum actus. Estas cosas no se pueden pesar con la balanza; es la estimación moral, es el crite– rio amplio, paternal, bondadoso... Es preferible en estos casos abundar. Se deben evitar el laxismo y el rigorismo. La virtud está en el medio moral. No todos tienen las mis– mas fuerzas, ni todos son santos, aunque todos debemos tender a la perfección. No quieras ser demasiado justo, dice el Eclesiásti– co (8). Quiere decir: No seas severo, rígido, duro, de hie– rro, con tu prójimo... Es demasiado justo y con exceso prudente el que por carácter austero, por escrúpulo, por (8) Eccli., VII. 17.

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