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114 GUÍA DE SUPERIORES ble o delincuente, usen con él de misericordia, y con me– dios paternales procuren reducirle al buen camino. Acuér– dense de lo que nuestro Seráfico Padre San Francisco solía decir, que si queremos levantar al caido, es preciso inclinarnos con piedad, como lo hizo nuestro piadosísimo Salvador cuando le presentaron a la adúltera, y no apli– carle la ley con toda aspereza y rigor; antes bien, pien– sen que el dulcísimo Hijo de Dios bajó del cielo a la tie– rra y murió en la Cruz por salvarnos, y que a los peca– dores contritos mostró siempre suma afabilidad; por lo cual encargó a San Pedro, a quien dejó en la tierra como Pastor universal, que perdonara hasta setenta veces sie– te. El s~ráfico Padre dejó escrito en una carta que, por grave pecador que fuese un Fraile, si llegaba a la presen– cia de un Superior pidiéndole humildemente misericor– dia, quería que se la concediese; más todavía, si aquél no la pedía, quería que el Superior se la ofreciera; y si mil veces el pecador se le ponía delante, quería que no le mostrase el rostro airado, ni se acordase más de su culpa, antes bien, a fin de mejor ganarle para Cristo, clementi– simo Señor nuestro, le amase de verdad y de todo co– razón" (3). En la corrección no conviene usar del ridículo, de la ironía, menos del sarcasmo o del desprecio. Agere suavi– ter ,et fortiter, con caridad y con justicia, dejando siem– pre la puerta abierta a la reconciliación. Si sabes obrar de modo que llegues a convencer a tu hermano de la cul– pabilidad y acepte la penitencia, le habrás ganado para Dios. Lucratus eris fratrem tuum (4). El Seráfico Padre San Francisco quería que los Mi- (3) Const., cap. X, n. 223. (4) Matt., XVIII, 15.
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