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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 97 Por todo ello al hablar de lo dado en la experiencia a la conciencia (que psicológicamente es siempre concreta y nunca general), hay que distinguir: 1) Los datos primarios e inmediatos (aquí y ahora cualitativos). 2) Los datos derivados y adventicios (aquí y ahora cuantitativos). 3) Los datos que, en una experiencia efectiva (duda, alegría,.deseo, etc.), son inmediatos, pero de segundo orden en relación a la conciencia espon– tánea. En estas situaciones, cambiamos nuestro modo de ser, nuesha con– ciencia de algo y de alguien, ya que nos distanciamos de la realidad (más itllá de la primera etapa de convivencia no problemática con la realidad), aunque sin desvincularnos de ella. A partir de este punto, E. Nícol pasa a .exponer una doctrina antropo– lógica que es consecuencia del análisis psicológico que ha efectuado. El hombre se presenta en la experiencia inmediata como un ser unitario con determinaciones temporales y espaciales. La manifestación de este ser unitario, que es el hombre, se da en la acción. Esta presenta las siguientes características: 1) Nunca es solitaria, porque la acción requiere algo sobre lo que poder ejercerse y también algo en que inspirarse: la realidad. 2) Es discontinua. No hay acción continua, sino acciones que se siguen entre sí, unidas por el recuerdo. La acción se desarrolla y se extingue .Su dis– continuidad nace de que «de la cima de esa acción la vida desciende fácil– mente, inevitablemente, a las zonas bajas de la acción primaria, habitual e instintiva» 264 . 3) Es temporal: «porque, como todo proceso, tiene una duración» 265 • 4) Es local: «La acción, en efecto, se produce siempre aquí, donde yo estoy, porque yo soy quien la produce, y por lo mismo se produce ahora» 266 . Esta condición de ser la acción «local» o «espacial» es muy importante. No se refiere a los efectos de la acción, sino a la acción misma .. Si el ser que actúa carece de determinaciones espaciales, no podemos explicar su acción y re-rgiversamos los datos inmediatos de la experiencia. Se ha dado, a lo largo de la historia del pensamiento filosófico, una explicación del hombre en base a un dualismo que reservaba la espacialidad al cuerpo y la temporalidi;,d al espíritu. Tal explicación es inadmisible para la ciencia positiva, porque se trataría de dos naturalez·as heterogéneas. Pero, además, tal explicación no se justifica con un análisis psicológico de la acción, ya que la «implicación recíproca de la temporalidad y la espacialidad en los datos inmediatos de la experiencia no puede ser sino la resultante de 264 PSV 62. 265 Ihid. 266 PSV 63; d. CRS 95-96, 98.

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