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112 MANUEL GONZALEZ GARCIA Finalmente, el azar: «Es lo contingente, lo aleatorio, lo in-determinado e indeterminable; pero la ineludible presencia del azar en la vida es una última forzosidad de ésta» 335. El azar es el tercer término que interfiere en nuestra situación vital. Necesidad y libertad (destino y carácter) parecen encontrarse en lados extre– mos, aunque relacionados entre sí. El azar participa de ambas dimensiones, pues «es forzosidad (en tanto que posibilidad necesaria, positiva o negativa); el cual es, por tanto, destino y a un tiempo ocasión o posibilidad imprevisible de libertad» 336. El azar es límite forzoso de nuestra vida, en cuanto que nuestra acción es truncada o desviada de manera imprevisible por algo que no está en nosotros. Estas últimas palabras muestran lo más propio de azar. Porque los límites que nos impone el destino pueden permanecer ocultos e igno– rados para cada hombre. Pero siempre son límites inherentes al interior del propio hombre condicionado y posibilitado por el destino. En el azar, la limitación es imprevisible siempre por su exterioridad respecto del sujeto de la acción. Si el destino es dialéctico (necesidad y posibilidad), en tanto en cuanto el azar participa del destino, es también campo de acción para la libertad. Lo que diferencia al azar de la libertad es que aquél podrá definir el cambio, pero nunca el modo del cambio, algo propio de la libertad: «Puesto en la nueva situación, enfrentados a la ruptura o fracaso de nuestro plan, el cami– no nuevo que vamos a seguir o la decisión que tomemos de seguir tenaz– mente en el mismo, superando los obstáculos imprevistos, esto sólo depende de nosotros mismos. Y el modo como nos comportemos define nuestro carác– ter y depende no sólo del azar, sea favorable o adverso» 337. ' Es evidente que ninguno de los tres términos (destino, carácter, azar), obra con «pureza», sino que «la situación no se completa sino con una amal– gama peculiar de este factor [el azar] con el carácter y el destino, constitu– yendo entre todos esa trama de la vida que de «misteriosa» intentamos con– vertir en comprensible y clara» 338. ximamente de H~gel (cf. HE 106-7). «La piedra y el árbol no han de luchar para ser. No tienen fuerza, porque son puro destino. El destino, en el hombre, es dialéctico porque es necesidad y posibilidad a la vez. Esa lucha que es la acción, ,por 1a cual intentamos indefinidamente "vencer" nuestra propia limitación, o sea completarnos a nosotros mis– mos sin lograrlo nunca, es el ejercicio de una libertad potencial» (PSV 136). - Por ello, la vida humana s,e encuentra dentro del ámbito de ,l¡¡ no-indiferencia y las decisiones libres pueden ser auténticas experiencias ónticas (cf. PSV 138 y en 139, nota 2). 335 PSV 140. Cf. CRS 92-93. En cuanto al modo concreto como se produce el azar, E. Nícol lo sitúa bLen en «el cruce de dos líneas vitales, con el encuentro impre– visible de dos sujetos cuyos respectivos cursos vitales quedan alterados por el encuentro», bien en «el cruce de una "línea de acciones" humanas con una "línea de sucesos" no humanos» (PSV 140, nota 3). 336 PSV 140. 337 PSV 144-45. Algunos ejemplos concretos del azar y la explicación de los mis– mos, pueden verse en PSV 140-47. 338 PSV 141. Puede verse un análisis práctico para el campo artístico en Psicología de la creación artística, en VH 166-78, especialmente las pp. 175-78.
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