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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 109 situaciones. En Psicología científica y psicología vocacional, artículo incluido en La vocación humana, hace una enumeración de las situaciones atendiendo a la división que hemos indicado, sólo inicialmente sugerida en Psicología de las Situaciones Vitales 315 . Esta es la clasificación: 1) Situaciones fundamentales originarias y constitutivas de lo humano en cuanto tal: el hombre en cuanto ser espacio-temporal, el vivir atencional– mente, el ser limitado y libre, el tener capacidad de espiritualizar la propia vida. 2) Situaciones fundamentales originarias y constitutivas del individuo en tanto :que individuo: su sexo, su nacionalidad, su herencia cultural y bio– lógica. 3) Situaciones fundamentales constitutivas del ente individual humano que vive su propia vida: la profesión, el estado civil, fa expatriación, la con– versión religiosa 316. En Psicología de las Situaciones Vitales enuncia otras situaciones fun– damentales originarias y constitutivas menos concretas: 1) «Estoy en la situación de un ser que vive una vida única». Es decir, no puedo volver a vivir lo vivido. Por ello mi vida tiene un «sentido», que, de otro modo, se convertiría en un hecho natural, indiferente e indis– tinto. De aquí la dignidad del hombre que E. Nícol denomina «sobre– natural» 317. 2) «Estoy siempre en la situación de un ser que no puede retroceder. Tampoco puedo detenerme» y, por ello, «estoy en la situación de un ser que se afana siempre» 318. 3) «Yo estoy en la situación de un ser que nace y muere y piensa su nacimiento y su muerte». Si el afán era índice de la autonomía, el principio y el fin, el nacimiento y la muerte, muestran mi limitación 319 • 4) Tener que optar en la vida 320, 5) Saber que en la vida no podemos evitar el error ni el pecado 32 1. Todas estas situaciones vitales fundamentales son la consecuencia de nuestra temporalidad y nuestra espacialidad. En el primer casó, debido a que la temporalidad convierte mi vida en algo limitado, con un fin, he de afanar– me proyectándome hacia el futuro. Si no tuviéramos un «fin», si viviéramos siempre, no habría afán ni prisa para ganar la vida. En el segund~ caso, por la espacialidad, ocupamos un lugar. Si se diera la ubicuidad no llevaríamos a cabo acción alguna 322 . 315 Cf. VH 179-94 y PSV 110, nota l. 316 VH 192. 317 PSV 110-11. 318 PSV 111. 319 lbid. 320 PSV 113. 321 PSV 113 y 115. 322 PSV 112; V'H 46-47.

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