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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 99 La última indicación de E. Nícol en torno al hombre consistiría en determinar qué ,sea el espíritu. He aquí sus palabras: «El espíritu es una acción realizada por un ser al que podemos llamar espiritual porque tiene la pótencia de espiritualizar su vida, no porque podamos distinguir en él dos realidades contrapuestas, una de las cuales sería substantivamente espíritu y la otra substantivamente extraña al espíritu. Fenomenológicamente es manifiesto que el ser espiritual sólo puede actuar, o realizar actos que se cualifiquen de espirituales, porque tiene un cuerpo» 275. c) LAS DIMENSIONES DE LA TEMPORALIDAD Hablar de las dimensiones de la temporalidad supone enfrentarse a la acción, ya que sólo en ella percibimos el presente, el pasado y el futuro. Pero, si bien el análisis de estas dimensiones intenta penetrar en cada una de ellas, es prácticamente imposible aislarlas, dada su interrelación. Es una evidencia inmediata psicológica que vivimos siempre en un presente. El presente es el punto de referencia para determinar, por un lado, 1o que ha sido -el pasado- y lo que será -el futuro-. Tal refe– rencia encierra una determinación cualitativa 276. El presente, en sí mismo, es vivido «como algo temporal y no instan– táneo, como un proceso en el que se temporaliza nuestro ahora» 277. Pensar el presente como un instante absoluto sería sustraer de él la duración, aceptar, como la única posible duración, la duración pura de Bergson, e introducir en el mundo humano un tiempo homogéneo 278. El presente, que es proceso, implica siempre una acción. En una ponen– cia presentada y debatida en el Primer Congreso lnter-Americano de Filo– sofía celebrado en la universidad de Yale (año 1943), trató E. Nícol de Las Situaciones Vitales. Y allí pronunció estas palabras acerca de la acción: «La existencia humana es el paso al futuro. Este paso es una acción, en todos los posibles sentidos dinámicos que tiene esta palabra. El futuro es algo siempre inminente. Por esto el presente, donde radica la existencia humana, tiene este peculiar carácter de expectativa, de intencionalidad vital en que la acción consiste fundamentalmente. Es cierta que hay diversas clases y grados de acción. Hay una acción que requiere movimiento, dinamismo corporal, y que tiene resultados tan– gibles, exteriores. Pero hay también una acción que llamaríamos interna, cuyos resultadas no modifican la circunstancia. La simple expectativa 275 PSV 67-68. 276 E. Nícol recuerda nuevamente que tanto la psicología como la filosofía han sido incapaces de explicar adecuadamente el presente por aplicar y usar el concepto abs– tracto de tiempo en sus análisis, un concepto cuyo uso es legítimo en la física o la matemática, pero no en las ciencias humanas (cf. PSV 72-73). 277 PSV 73. 278 Cf. PSV 72; J. C. Torchia Estrada, 'Eduardo Nícol y la idea del hombre', en Cursos y conferencias (Buenos Aires 1953) 366-67.
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