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98 MANUEL GONZALEZ GARCIA esa unidad del sujeto: éste sólo pudiera ser dual si la temporalidad corres– pondiese al espíritu y la espacialidad correspondiese al cuerpo» 267. E. Nícol afirma la unidad personal del hombre. No tiene inconveniente en emplear los términos espíritu y cuerpo. Pero han de ser definidos nueva– mente, a fin de evitar su uso como si fueran términos que conservaran el significado tradicional. Así: 1) Espíritu: Es un rasgo constitutivo del hombre, que consiste en una potencia, en la «capacidad de actuar con sentido» 268. Pero esta definición no supone que «espíritu» sea una sustancia, es decir, «una realidad suficiente, dotada de propiedades y actividades específicas e independientes de la otra sustancia que fuera el cuerpo» 269. 2) Cuerpo: Cuando se habla de «cuerpo» en psicología, no puede olvi– darse que nos estamos refiriendo a un «cuerpo humano»: «Yo no soy el cuerpo. Pero yo no soy sin cuerpo, aun en la acción espiritual más auténtica y depurada» 270 • Y, por descontado, que, como en el caso del espíritu, no es una realidad suficiente, puramente corpórea, que tuviera propiedades específicas y que fuera independiente del espíritu. Fenomenológicamente, a través de las experiencias humanas, descubri– mos que espíritu y cuerpo se manifiestan como una unidad en la acción de manera que «no hay ninguna experiencia espiritual que no sea expe– riencia humana, y toda experiencia humana se da en, por, desde, mediante, el cuerpo» 271 • El ser unitario que es la «persona humana nos aparece entonces como expresión de un sujeto activo, cuya acción posee caracteres de espacialidad en tanto que es espiritual, lo mismo que presenta caracteres de temporalidad en tanto que corpóreo» 272. Con cuya afirmación, E. Nícol pretende romper con la explicación tradicional que reservaba para el espíritu la cualidad temporal y para el cuerpo la cualidad espacial, pues la «condición del espíritu es, no sólo tem– poral, sino espacial; y del cuerpo no sólo deriva la espacialidad sino también la temporalidad» 273. La dificultad de comprensión de estas afirmaciones desaparece si vol– vemos, ;una vez más, al análisis de la experiencia en el que la espacialidad y la temporalidad son determinaciones del sujeto, datos de su experiencia 274 . 267 PSV 68; cf. también VH 189. 268 PSV 64. 269 Ibid. 270 PSV 69; cf. CRS 85. 271 PSV 67; también CRS 89. 272 PSV 69. Cf. CRS 99-100. 273 PSV 67; cf. VH 198. 274 Cf. PSV 64-67.

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