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DR. JOSE GREGORIO HERNANDEZ 225 acontecimientos luctuosos, que han de señalarse con piedra negra en el desenvolvimiento espiritual de un pueblo joven, y de consiguiente escaso de íntegros caracteres, preparados a marcar el derrotero a las aspiraciones en crisálida y a fe– cundar, con su acervo opulento, el huerto virgen de los anhe– los científicos. "Pero no es éste el momento de analizar su labor de ciencia, educativa y profesional; es tan sólo el instante de desatar los raudales del sentimiento y dejarlo correr copio– samente sobre el recuerdo de esa vida, tersa como un re– manso cristalino, puesto que él, buen hermano de todo, tran– sitó su sendero dulcemente, con un amplio gesto de miseri– cordia en su ademán, con una lumbre de éxtasis en los OJOS acostumbrados a mirar al cielo y cuando alzó el vuelo, como el águila, habría dicho Martí, tenía blancas las alas!". Cuánto desearíamos ponderar menudamente los actos a que dió lugar la muerte de nuestro sapientísimo médico católico. Porque, a la verdad, todos y cada uno de los pasos de aquel día encerraban un símbolo, y ese símbolo estabc.:r escrito con caracteres de fuego, con letras de amor, dentro de cada pecho, de aquellos miles de miles que formaban oleadas, y que se sentían heridos, aplastados, con la desgra– cia común. Pero repitámoslo: nadie se eximió, todos ocupa– ron por movimiento espontáneo el alto puesto del deber Desde Maracay, en telegrama al Ministro de Instrucción Pública, decía el ciudadano General Presidente Constitucio– nal Electo: "He lamentado mucho la muerte del eminente médico José Gregario Hernández, y aprecio su condolencia por esta desgracia nacional".
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