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210 IJR.. J. :u. NUÑEZ PONTE noticias de usted. Su partida me había causado gran pena, y por mucho tiempo su recuerdo me ha sonado al corazón como una triste campanada. Perdone a mi afecto; pero una vez que le conocí y le quise, no puedo ya olvidarle. Después de 1908 han sido muchos los pasos infructuosos que he dado para encontrarle de nuevo: cartas a Caracas, a París, todo ha sido inútil. Así, con cuánto gozo he sabido que usted sigue sus estudios teológicos en el Colegio Pío Americano, con el propósito de prepararse al honor insigne que el Buen Dios le reserva como a uno de sus hijos muy amados ... Seguramen– te no habrá olvidado con qué entusiasmo trabajamos juntos para aprender nuestro primer responsorio: Si quis mihi minis– traverit, honorificabit eum pater meus. Por fin, después de tres semanas de lucha y de esfuerzos, logramos vencerlo. En sus confidencias íntimas, usted me reveló varios pormenores de su vida que me interesaron sobremanera, desde la lectu– ra de la Vida de Jesucristo por Didon hasta los sufrimientos morales de los últimos días. Nuestra confianza fué recípro– ca. ¿ Qué ha sido de usted desde 1908 hasta ahora?. . . Le agradeceré la bondad de creer en la fidelidad de un pobre corazón que le es adicto en Jesús y María". Por su parte, el Maestro de Novicios en una que ya he– mos citado, le dice: "Querido señor Hernández: Mi afecto por usted se remonta al principio de nuestras relaciones, y se con– serva siempre igual. Yo le ví alejarse con sentimiento, y creo haberle dado pruebas de mi amistad hasta el último momen– to. Será, pues, para mí una grande alegría volverle a ver ... Estemos unidos en la oración. Imploremos las luces de nues– tro Padre Celestial con la asistencia de la Inmaculada Virgen. Esta excelente Madre le ayudará a realizar perfectamente el beneplácito divino, que es lo esencial. . . Se me hace tarde manifestarle cuán conmovido me tiene su delicada atención, al enviarme ese volumen que usted ha compuesto pensando