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DR. JOSE GREGORIO HERNANDEZ 201 punto de verlos realizados; pero llega un momento, la hora oportuna de acabar con la ilusión, y entonces les interpone el obstáculo insuperable, les trastorna planes que asomaban como ventajosísimos a Su propio reino en las almas, lo más acordados con Su querer supremo y con la perfección de sus criaturas. ¿O será acaso que Dios exija de esas almas el sacrificio mismo de la vocación, lo que es el más grande tor– mento pero también la más inapreciable ofrenda? Para Hernández las voces de la oposición de Dios sur– gen de su propio organismo, son la mengua constitucional y las enfermedades. Pocos meses tenía de vivienda en el Co– legio Latino Americano, cuando inesperadamente fué ata– cado de una pleuresía seca que pudo desenlazarse de mo– nera desgraciada. A su consecuencia, por consejo médico, hubo de separarse del instituto a tomar aires de mar, y se marchó a Génova; de allí siguió a Milán y luego a París, en donde pasó varios meses bajo esmerada asistencia clínica, con la esperanza de alcanzar la capacidad de contrariar la sentencia facultativa que le prescribía el retorno a la Patria, so pena de sucumbir prontamente a una dolencia pulmonar. "Lo que más me mortifica es que el doctor me ha dicho que le parecía yo no podría quedarme en Europa a pasar el próxi– mo invierno, porque a su juicio no lo podría hacer sin expo– nerme a una nueva pleuresía y a la agravación de mi enfer– medad. Ya podrás suponer en qué estado se encontrará mi espíritu, puesto en esta perspectiva de tener que regresar a Caracas, aunque todavía no he perdido del todo la espe- ranza ... (14). " ... nadie comprende lo que sería para mí tener que regresar a Caracas después de haberme desprendido de todo, y verme obligado a seguir la vida de antes; pero que (14) De París, S mayo 1914.
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